domingo, 29 de abril de 2007

José Mª Flo: el arte del appetite appeal.



Hace unos días leí que Gallina Blanca lanzaba al mercado una línea de “ensaladas para beber”: tomate con albahaca, tomate con queso fresco y espárragos con aceite de oliva. Es decir, eso que antes comíamos en casa o en un restaurante, en un plato lleno de color y sabor, ahora en estado líquido y en un práctico envase individual. Y como estamos en tiempos de ensaladas, verduras y dietas, unos días antes, me llegó la noticia de la nueva campaña de Knorr Vie, esos frasquitos que, según dicen, nos aportan el 50% de nuestras necesidades diarias de fruta y verdura.

Yo no soy quien para criticar unos productos que no he probado y que, seguramente, no probaré, pero sí me siento con derecho a decir que esto que está pasando con nuestra alimentación, no me gusta nada.

Resulta que nos pasamos años machacando el concepto de comida rápida, años reivindicando la dieta mediterránea, años educando a nuestros hijos a comer con la boca cerrada, a no hablar con la boca llena, a masticar mil veces cada bocado, a no apoyar los codos en la mesa, a cortar bien los alimentos y hacer de cada comida un momento relajado y placentero, para que ahora vengan y nos digan que lo mejor para nuestra alimentación es chupar un tetra-brick en el metro o camino a la oficina.

Yo no quiero parecer viejo y anacrónico, y hasta diría que entiendo a la “gente moderna” que ha cambiado la mesa por un trago de isoflavonas y una ración de bifidus activos y, a pesar de eso, se siente feliz, pero me niego a aceptar que a la comida se le quite uno de sus sentidos esenciales: la vista. Porque, al menos a mi, no sólo me gusta comerme una buena ensalada Caprese, también me gusta ver el color del tomate fresco cortado en rebanadas, intercalado con rodajas de auténtica mozzarela de búfala, salpicada con trocitos de albhaca de mi jardín, una pizca de pimienta y sal, y un chorrito de aceite de oliva virgen. A eso, en mis primeros años de publicitario, le llamábamos “appetite appeal”, que no es otra cosa que la apetitosidad, el atractivo que un plato ha de tener, para despertar nuestro deseo.

José María Flo es lo que en cine y publicidad se denomina Home Economist, es decir, un especialista en hacer que, desde un simple helado hasta una ensalada congelada, pasando por una lasagna envasada al vacío, aparezcan ante el público con una imagen tal que nos hagan exclamar: ¡Mmm! ¡Qué bueno!

Claro que para conseguir ese efecto, no basta con sacar el producto de su envase y filmarlo, no sólo porque los productos en si no son siempre apetitosos al salir de la caja, sino porque las condiciones del rodaje - tiempo, luces, temperatura, manipulación, etc.- obligan a utilizar materiales que nada tienen que ver con el original.

Que la publicidad, para un rodaje, utilice productos ficticios para simular el alimento de verdad, profesionalmente lo acepto. Lo que humanamente me cuesta aceptar es que los productos de verdad, ahora también sean ficticios. ¿Qué va a ser de mi vida cuando alguien lance el asado argentino en pastillas masticables, con lo que me gusta sentir ese maravilloso olor a leña y, mientras se hace la carne, compartir un vino con los amigos?
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viernes, 20 de abril de 2007

Fuerzas Armadas: ¿Un producto difícil de vender?



Acabo de leer la noticia de que Young & Rubicam es la encargada de la campaña de las Fuerzas Armadas de este año. Una campaña que lleva el lema “Por tu futuro, por el de todos”, y que cuenta con un presupuesto de 2,5 millones de euros, aunque el Ministerio de Defensa destinará, este año, casi 12 millones de euros en publicidad.

Según el artículo, la acción tiene por objeto transmitir la imagen de unas Fuerzas Armadas modernas, dinámicas y preparadas para asumir riesgos en un mundo cada día más complejo.

Pienso que ha de ser muy difícil, para un creativo, vender un producto como éste. ¿Se puede ser muy creativo?, ¿Cuál es el beneficio?, ¿Cuál es la promesa?:

¿Ven a las Fuerzas Armadas y aprenderás a defenderte o matar?, ¿Ven a las Fuerzas Armadas y viajarás por el mundo con todos los gastos pagados?, ¿Ven a las Fuerzas Armadas y aprenderás a defender a la patria, aunque sea la patria de los iraquíes o de los afganos? o… ¿Ven a las Fuerzas Armadas y participarás en más misiones de paz que una ONG?

Sinceramente, no lo sé. No me gustan las armas, no me molan las guerras, no me atraen los desfiles. Pero alguien tiene que hacerles las campañas, digo yo. Porque está claro que, me guste o no, las Fuerzas Armadas existen y hay miles de personas con verdadera vocación, que encuentran ahí su realización personal y profesional. Y lo entiendo, de la misma manera que respeto y valoro el hecho de que esos miles de hombres y mujeres, se están jugando la vida en cada misión, aunque la idea la hayan tenido tres paranoicos reunidos en las Azores o un puñado de políticos cómodamente sentados en el Congreso.

Hace un tiempo tuve la oportunidad de entrevistar a Paco Grande, Director Creativo de Grupo K Arc y responsable de la campaña de las Fuerzas Armadas 2004. Una campaña que ganó un premio a la Eficacia y que, según nos contó, significó un gran reto para su equipo. Un desafío que, ahora, le toca a los creativos de Young & Rubicam.

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sábado, 14 de abril de 2007

¡Vete al lavabo que viene la publicidad!



Esto de alimentar un Blog es fantástico, porque si bien te obliga a publicar algo interesante, al menos un par de veces a la semana – cosa que yo no siempre hago -, también te da la libertad de estar en casa, tranquilo, buscando un buen contenido para tus lectores.

Yo, por ejemplo, ahora mismo estoy en mi casa, disfrutando de un buen vino, colgando la entrevista que le hicimos en Qué Idea! a Fernando Ocaña, presidente de la agencia Tapsa, y con el programa Caiga Quien Caiga en el televisor.

En esta entrevista, con un tono amable y didáctico, Ocaña nos habla de la importancia de la relación entre cliente y agencia, del esfuerzo cotidiano por dar un buen servicio y de la búsqueda constante de la creatividad, para asegurar la eficacia de una campaña.

Estaba esperando que el vídeo subiera a You Tube cuando, de pronto escucho a Manuel Fuentes, director y presentador de CQC, decir la siguiente frase: “Y ahora, váyanse al lavabo, prepárense algo para picar o hagan lo que quieran, pero vuelvan enseguida que tenemos muchas cosas que contarles”.

No lo podía creer: ¿Cómo puede ser que el presentador de un programa cuya existencia depende no sólo de su audiencia, sino de la inversión de los anunciantes, invite a la gente a hacer cualquier otra cosa, menos ver la publicidad?

Hace muchos años escuché una frase similar en boca de Bertin Osborne y le mandé una carta, a través de su representante, para recordarle que uno o dos meses atrás, había estado en Barcelona rodando, para mi agencia, tres spots de Paté La Piara por los que había cobrado unos cuantos millones de pesetas.

Todos sabemos que con los interminables bloques que nos ponen las televisiones, especialmente en prime time, es imposible quedarser sentado mirando anuncios, por muy notorios que sean. Pero de ahí a que los presentadores nos inviten a pasar olímpicamente de la publicidad, me parece un contrasentido.

La publicidad convencional, es decir, el típico spot, está condenado a la desaparición. Y lo demuestra el crecimiento de audiencias que están teniendo otros medios, otros formatos, mucho más eficaces e igualmente creativos. Pero, por el momento, para los anunciantes, la televisión sigue siendo, en términos cuantitativos, el medio rey.

Yo, personal y profesionalmente, espero que agencias como Tapsa sigan apostando por la creatividad, no sólo para crear anuncios que atraigan al público y lo mantengan sentado en su sitio, sino también, para crear otras formas de publicidad que no tengan que luchar contra otros veinte spots del bloque, contra la justificada impaciencia de los espectadores y contra la increible disociación que hay actualmente entre el contenido televisivo y la publicidad que lo financia.

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domingo, 1 de abril de 2007

Confesiones de un Publicitario.



Hubo un tiempo en que las agencias de publicidad más importantes del mundo estaban manejadas por publicitarios. Creativos como David Ogilvy, Bill Bernbach, Mary Wells o Leo Burnett, no sólo daban nombre y prestigio a sus agencias, sino que, además, desde sus oficinas centrales de Nueva York o Chicago, marcaban el camino a seguir por todas sus oficinas. Todos ellos murieron antes de que sus agencias se convirtieran en inmensos grupos de comunicación, hoy controlados por otros grupos que no necesariamente pertenecen al mundo de la publicidad.

Tuve la suerte de trabajar casi diez años en Ogilvy & Mather, ocho en Argentina y dos en España. Una década en la que David Ogilvy aún vivía. Federico Ortiz, presidente de Ogilvy Buenos Aires, era un gran amigo de David y cada año se encontraba con él en su famoso castillo de Toufot, en Francia, para comentar las campañas que habíamos realizado en nuestro país.

Gracias a las recomendaciones de Federico, Luis Bassat me dio la oportunidad de venir a Barcelona y continuar aquí mi carrera. Algo de lo que siempre les estaré agradecido a ambos.

Un día de 1989, Vicente Cruz y yo estábamos trabajando en nuestro despacho, cuando Luis entreabrió la puerta y, asomando sólo la cabeza, nos dijo: “Os he traído un redactor junior y me gustaría que le hiciérais un sitio a vuestro lado”. Al abrir la puerta, descubrimos que ese “redactor junior” era, ni más ni menos, que David Ogilvy, con sus característicos tirantes rojos y una gran sonrisa.

Ese año, Vicente y yo habíamos recibido más de 10 estatuillas de oro por un spot de desodorante Byly que habíamos realizado el año anterior. Pero, al menos para mi, el premio más importante fueron el abrazo y las felicitaciones de David Ogilvy.

David y Federico, lamentablemente, ya no están. Y Luis, en marzo de este año, dejó la agencia y el board internacional de Ogilvy. Por eso, quiero que esta entrevista que le hicimos para nuestro programa, sirva como homenaje a estos tres publicitarios que me dieron la oportunidad de aprender y trabajar en una de las mejores agencias del mundo.

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